martes, 22 de mayo de 2012

El Tigre de Chamberí (1957)

INTÉRPRETES: José Luis Ozores, Tony Leblanc, Hélène Rémy, José Marco Davó, Julia Caba Alba, Aníbal Vela, Miguel Ángel Rodríguez, Ramón Giner, Antonio Garisa. DIRECCIÓN: Pedro Luis Ramírez. AÑO: 1957. B/N. 75 min

Miguel Orégano (José Luis Ozores) es un pobre desgraciado que vive con su madre y su hermano pequeño en un desvencijado piso en la capital de España. Malvive con trabajos de poca monta, haciendo ñapas en el edificio o como hombre anuncio recorriendo las calles de la ciudad. 

Su amigo del alma es Manolo (Tony Leblanc en un papel que repetiría hasta la saciedad), un tio listo, vividor, manipulador y aprovechado, que utiliza de mala manera a Miguel para, por ejemplo, colarse en Chamartín (aka Santiago Bernabeu) para ver un partido de futbol. El tiempo que no se pasan haciendo el chorra, los dos amigos acuden al bar del señor Román (José Marco Davó), por cuya hija Marisa (la preciosa Helene Remy) nuestro incansable protagonista bebe los vientos.



Hasta aquí todo normal, el problemón surge durante un partido de fútbol, donde Miguel dejandose llevar por la adrenalina del encuentro, sacude un sopapo al campeón de boxeo Molina (interpretado por el auténtico boxeador Emilio Orozco) dejandolo KO. Toda la prensa deportiva se hace eco del notición y se pregunta quien será el misterioso puño de hierro que ha dejado fuera de combate al campeón Molina.


Es aquí cuando Manolo ve la oportunidad de sacarse unas pesetas usando a su amigo como saco de boxeo. A través de un entrenador amigo suyo, interpretado por el orondo Antonio Garisa y bajo el apoyo económico del señor Román, introducen al buenazo y tartamudo de Miguel en el mundillo de las cuatro cuerdas bajo el apodo de El Tigre de Chamberí. Para ponerse a temblar.

Estamos ante una película de las que dejaron huella en nuestro cine e influyeron en cintas posteriores, como por ejemplo en la famosa Yo hice a Roque III (de los inefables Pajares y Esteso). Pedro Luis Ramírez homenajea en algunas escenas al mismisimo Charles Chaplin y a su pelicula Luces de Ciudad, y solo el peso interpretativo de Jose Luis Ozores ya es suficiente reclamo para disfrutar con su brillante humor casto y transparente.

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